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San Blás

Patrón de la garganta. Todavía hoy, en la misa de este día se bendicen pastas y dulces que luego se comen con devoción, con la intención de curar o prevenir los males de garganta. Antiguamente se bendecía también sal y grano para los animales.

Tradicionalmente, se consideraba una fiesta masculina, en la que los protagonistas eran los mozos. Hasta los años treinta era costumbre que los mozos empezaran la fiesta al punto de la mañana. Se mataba un cordero, comiendo para almorzar sus menudencias en pepitoria. Se guisaba otra parte para comer e incluso se asaba al horno la carne más apropiada para la cena. En la Plaza del Planillo se encendía una gran hoguera que duraba prácticamente 24 horas, desde el amanecer del día 3. Era tanta fiesta que incluso se hacía baile

A lo largo de muchos años los chicos más jóvenes celebraban esta fiesta con una gran merienda, en la casa del que le tocara en suerte, echando el "loré" o as de oros, en el reparto de la baraja. Para prepararla se iba en cuadrilla de casa en casa recogiendo una medida de harina, de aceite, de leche, de azúcar y dos huevos. Con todo ello te preparaban natillas, brazo de gitano, jueces, leche frita, pedicos de monja y otras laminerías. El recorrido era toda una fiesta, pues te invitaban a beber mistela y vino dulce.